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La palabra crisis crea en las personas imágenes dañinas e incluso catastróficas. Estos largos años de dificultades económicas, donde el presupuesto estatal se pone constantemente en el centro de nuestra atención, donde la crisis está diseñada como la causa del cierre de fábricas, despidos y nuestro reducido bienestar, ciertamente no ayudan.
Sin embargo, me gustaría centrarme en otro tipo de crisis: la que tiene que ver con la existencia diaria (la crisis existencial, de hecho) que involucra la vida misma (y no solo el trabajo) de las personas.
O, el subsiguiente al final de una historia de amor; a un luto; incertidumbre sobre el futuro de uno. La pareja y las crisis matrimoniales.
Esa crisis que a menudo resulta en síntomas como: ansiedad, ataques de pánico, una forma depresiva reactiva (por ejemplo, en el duelo) y que nos coloca frente a nuestros recursos limitados y nuestras debilidades.
¡Aquí, en todas estas ocasiones, simplemente nos gustaría que nunca hubiera llegado!
Sin embargo, debemos aprender a pensar de manera diferente.
Escribí aquí cómo la palabra crisis no es en sí misma un presagio de desastre. En los idiomas latino y griego, la palabra crisis (crisis y krìsis) se refiere al concepto de elección, a ese momento que conduce de una forma de ser y existir a una forma diferente.
El significado del término crisis en el idioma chino también es esclarecedor: está compuesto por dos ideogramas: wei que significa amenaza y ji que significa oportunidad.
¡Aquí se presupone una diferenciación (de antes a después) y, sobre todo, una elección y una oportunidad!
La crisis es un momento de evolución y cambio. Sin las diferentes crisis que hemos encontrado y encontraremos en nuestra existencia, no seremos las personas que somos ahora. Por supuesto, depende de nosotros si aprovechamos la crisis para mejorarnos o si nos encerramos en nuestro capullo, nos acurrucamos, esperando y esperando que la crisis pase.
Albert Einstein también lo pensó así.
En esta perspectiva, los ataques de pánico, ciertos síntomas depresivos, un cierto retraimiento social, también adquieren un valor diferente: representan la señal de que algo no está yendo como podría ir. Son la señal de que debemos cambiar algo de nuestro enfoque de la vida, que debemos aprender una forma diferente de lidiar con los problemas y las pruebas diarias habituales.
En el análisis transaccional, esto se describe como ese momento en el que nos damos cuenta de que nuestro script ya no funciona para nosotros. Ha llegado el momento, entonces, de desafiarnos y elegir uno nuevo, pero esta vez es un guión ganador.
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